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Justicia para Mariana.

Actualizado: 10 feb 2021


Sr. Seguridad
Ing. Roberto Esquivel Ruiseco - CEO & Consultor Master

Imagínense que se llaman Mariana, y un día deciden que quieren estudiar medicina. Tienes apenas 18 años, eres joven y entusiasta, sabes que el camino será arduo, pero tu ilusión por ser doctora disipa cualquier duda. Decides que ése será tu camino.


Con mucho esfuerzo y sacrificio sacas adelante 4 años de carrera, más 1 año de internado, años llenos de desvelo, estudio, guardias, malpasadas, estrés e incontables y valiosas horas de tu vida no aprovechadas ni compartidas con tu familia y amigos. Pero tu carrera es tu prioridad, te ha costado tus primeros 5 años de adultez y el final de la misma junto con tu anhelado título están cada vez más cerca.


Se llega el día en el que te toca elegir plaza del servicio social, este es el último requisito para culminar tu primera meta, y dejemos claro que solo es la primera, porque tus sueños son muy grandes y quieres hacer también una especialidad en patología. La belleza de éstos sueños te alimenta el pensamiento, y es por ello que aceptas la plaza que te tocó, una plaza no muy agradable, en un pueblo muy lejos de tu ciudad, en medio de la selva. Sabes que será un año difícil, vas a tener que vivir en el centro de salud, lejos de la comodidad y seguridad de tu hogar, lejos de todo lo que conoces, sientes miedo e impotencia, pero sin este año no será posible que obtengas tu título, no hay escapatoria. Llena de incertidumbre, recuerdas todos los anhelos que traes cargando a cuestas, lo grandes y hermosos que son, y tu espíritu obtiene fuerza de ellos. Llegas al pueblo en el que serás pasante, durante todo el año te desempeñas lo mejor que puedes, dando tu mayor esfuerzo atendiendo a los pobladores, que ahora son tus pacientes. La beca que te ofrecen cada mes es un chiste, pero es todo el dinero con el que cuentas y te las ingenias para sobrevivir con lo poco que recibes. Te animas a ti misma pensando en que cada día que pasa, el final de tu servicio se aproxima, y lo esperas con ansias crecientes conforme transcurren las semanas. Añoras el despertar un día y por fin, ser libre.

Dos meses antes de culminar la mitad de este difícil año en el que lo único que has hecho es servir a la comunidad, algo terrible y bestial te sucede: mientras estás sola en las instalaciones del humilde y arcaico centro de salud en el que te has visto forzada a vivir por tantos meses, abusan sexualmente de ti... Te agreden y te traumatizan, te rompen el alma, te hacen preguntarte una y otra vez ¿qué hiciste para merecer esto? Pero sabes que tu única equivocación fue querer superarte y servir a una comunidad que no te merece.

Con tu cuerpo, tu dignidad y tu espíritu ultrajados, tomas fuerza de donde puedes, y decides alzar la voz, eres valiente, buscas ayuda ante tu universidad, ante la secretaria de salud, ante la ley... Nadie te escucha, nadie te apoya, a nadie le importa. ¿Qué es lo único que hacen? Minimizan tu dolor, y muy "generosos" te obsequian un mes de vacaciones para que "te recuperes de la experiencia", como si tu trauma y tus heridas no fueran lo suficientemente profundas como para arder en lo más recóndito de tu ser por el resto de tus días.

Transcurre tu mes de "recuperación", pero sigues enojada, asustada, lastimada, lo último que quieres es regresar al horrible sitio donde te mancillaron. ¿Qué sucede? Te obligan a volver y terminar el año. Si no lo haces, no podrás titularte, no podrás ser doctora. Te amenazan con el más sagrado de tus anhelos. Para acabarla, no tienes dinero, pues durante este mes no te han depositado tu único sustento económico, la pequeña y lastimosa beca que recibes por el titánico trabajo que realizas en ese pueblo. En medio de tu terrible estado emocional, de tu angustia, tu depresión, tu estrés postraumático, piensas que quizá debes regresar, tienes que hacerlo, no puedes tirar estos 6 años por la borda, encuentras aún un poco coraje dentro de ti y decides volver...

El jueves 28 de enero tu pesadilla termina. Te vuelves viral, todos saben tu nombre, todos hablan de tu persona. ¿Por qué? La peor de las razones: Te arrebataron la vida.

Te encuentran muerta en el mismo cuarto en el que fuiste agredida y abusada. Ya no existe Mariana, solo queda un cuerpo inerte con señales de tortura, un cuerpo despojado de tu alegría y tu entusiasmo, de tus sueños, tu valentía, tus ganas de superarte, un cuerpo despojado de ti. ¿Tu único error? Ser demasiado buena para este maldito y podrido mundo ¿Cuántas Marianas más se necesitan para que las autoridades entiendan que los estudiantes de medicina no son carne de cañón ni mano de obra barata? Los pasantes no tienen porqué suplir las deficiencias de un sistema de salud mal organizado y sin presupuesto suficiente. ¡No más servicio social en plazas marginadas, inseguras, sin infraestructura digna y sin sueldo justo!





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